viernes, 13 de junio de 2008

Reflexión

Si tienes tus manos cerradas
¿dónde esperas que deposite Dios
las bendiciones que reserva para ti?




Soledad y frío.
Entre sombras.
Nada que sentir.
Nada que decir.
Soledad de cuerpo y alma.
Sólo un navegar continuo
a la deriva, sin rumbo.

Un caminar por dar pasos
porque te empuja la vida
en un laberinto absurdo
sin entrada ni salida.

Hay una noche más cruel
-y más obscura, también-
que la noche física del tiempo:
la obscuridad de la mente
la noche del pensamiento

Y la noche sobre el pensamiento cae cuando éste es incapaz de ir más allá de si mismo; cuando el ser humano cierra sus sentidos a todo lo que no sea su propio bienestar y se obsesiona en dar satisfacción a unas necesidades materiales que no son suyas: le han sido impuestas por otros hombres que, como él, han dejado olvidado, tal vez en el bolsillo de algún pantalón que ya no usan, el verdadero sentido de la vida.


(Sobre las colinas de su egoísmo,
levanta, el hombre, una cruz
y allí, su fe crucifica
sin entender que ello implica
también, apagar la luz.

Esa luz que nos permite ver un objetivo
en cada instante de existencia.

Sin motivo, sin creencia
sin destino definido
sin un sueño en que soñar
perdemos la perspectiva.
En un círculo sin fin
se nos convierte el camino
y en un continuo dar vueltas
desperdiciamos la vida)


Pero
¡La vida es un camino!
¡Vivir es un motivo!
Una meta que se renueva cada vez que sale el sol.

Somos transportistas al servicio de Dios y la vida es, tan sólo, un vehículo que Él nos presta para que transportemos su mensaje por esta tierra.

Y su mensaje es algo más que palabras. Es alegría, es ilusión, es esperanza. Es consuelo para el que sufre y luz para el que anda en tinieblas. Y se expresa, también, con algo más que palabras. Se expresa en un gesto amable; en una simple caricia; en una tierna mirada; en una dulce sonrisa.

Demos un chance a la gente que con nosotros convive, que a nuestro lado se mueve, que con nosotros camina y con nosotros tropieza mientras transcurre, callado, el tiempo de cada día.

Demos un chance a la gente
Demos un chance a la vida
Demos, al mundo, una mano
("Demos un chance a la paz")

Derriba ese muro que te aleja del vecino
Construye un buen camino
y sal a caminar.

Demos un chance a la vida.
("Demos un chance a la paz")

Dispersa las nubes que obscurecen tu mirada
verás que, de la nada
un sol nuevo surgirá.

Demos al mundo una mano
("Demos un chance a la paz")

JL Dasilva N, marzo 1997

jueves, 12 de junio de 2008

Permiso, Gracias, Perdón

Tres pilares para la paz. Tres formas distintas de reconocer el valor que tienen los demás, en tres circunstancias distintas; tal vez las tres circunstancias principales de la interacción humana.

Al pedir Permiso estás reconociendo el derecho que tu semejante tiene a sus posesiones, a estar en el lugar en que sea que esté, con quien esté y a estar haciendo lo que sea que esté haciendo. Al pedir permiso, valoras a todos y cada uno de los seres que te rodean como a iguales; no te crees superior, y es de esa valoración de donde surge el respeto a la persona misma y a cuanto le concierne.
Quien pide permiso, no atropella a quien se cruza en su camino. El respeto es la divisa en su vida.

Dar gracias muestra el valor que para ti tiene el bien, tangible o intangible que estás recibiendo (una sonrisa en ocasiones puede resultar un bien invaluable... no sólo es un bien aquello que compras con dinero y sólo conoce el valor de una sonrisa quien, habiéndola necesitado, no la ha encontrado). Dar gracias es propio de quienes entienden que sus semejantes no son sus sirvientes.
Tal vez consideres que no tienes que dar gracias al empleado de la tienda en la que compras algo por lo cual estás pagando. "¿Por qué dar gracias si lo estoy pagando?" Piensa que tal vez quien te atiende no es el beneficiario directo del intercambio comercial o que, aunque lo fuera, en todo caso, una cosa es el itercambio -lo que compras, por lo que pagas- y otra cosa es la atención personal de que estás siendo objeto. No das gracias por lo que compras -estarías valorando el objeto, cosa que ya haces al pagarlo-, das gracias por la atención que recibes -estás valorando a la persona que es un ser humano, igual que tú-.

Pedir Perdón. ¡Qué hermosa manera de decir "me equivoqué"! cuando cometemos un error, cuando hacemos algo indebido, que afecta a alguien más de forma indeseada. Cuando pedimos perdón, reconocemos con humildad la equivocación y ponemos las cosas en su lugar, porque al mismo tiempo, estamos reconociendo el valor de aquella persona a quien perjudicamos. Le estamos diciendo a esa persona que nos interesa y, porque nos interesa, no queremos tener saldos pendientes con ella.

Tres palabras que, cada una dentro de su circunstancia particular y en su propio momento, se resumen en una sóla: VALORACION. Y la valoración se traduce por "RESPETO" y el respeto mútuo entre cada uno de los seres que habitan este mundo es la única manera de vivir en paz.

JL DASILVA N

miércoles, 11 de junio de 2008

El Día Tercero


Se hizo la noche
Tres días de duelo
Se acabó el camino
JESÚS está muerto.

Como un delincuente
clavado a un madero
sufrió y, lentamente
murió EL NAZARENO

¡Se hizo la noche!
¡Tres días de duelo!

Se lamenta la tierra
Lo llora el cielo:
murió el REY DE REYES
el Guía, el Maestro

Tres días pasaron
Tres días de duelo

El sol, un buen día
el día tercero
proyecta su luz
disipa la sombra
acaricia el suelo

La noche, vencida
levanta su velo
se aleja en silencio
y un grito encendido
de vida y esperanza
se abre caminos
ante un mundo incrédulo

¡VIVE! ¡VIVE!

JESÚS está aquí

Este es el CRISTO
el REDENTOR que ha vuelto
para guiar nuestros pasos
hacia la paz de su REINO.

JL DASILVA N - Marzo, 1997