miércoles, 16 de julio de 2014

No hay más límites que los que uno mismo se impone. Uno es quien debe decidir si vivir lamentándose por lo perdido o disfrutando de aquello que aún le queda; si recriminar al universo por lo que nos ha quitado o dar gracias a Dios por haberlo tenido, aunque sólo haya sido, un corto tiempo. Todo está dentro de uno mismo. "No se consuela quien no quiere", reza un viejo dicho que suena a conformismo, pero no, no es cuestión de conformarse, sino de irse adaptando a las circunstancias con cada nueva situación que nos plantea el camino y partir, cada vez como de un nuevo principio, con lo obtenido: lo ganado y lo perdido -que si bien lo ves, tambien es ganancia- de la etapa anterior.
Al fin y al cabo, 
Qué somos, sino peregrinos? Caminantes
constructores de caminos. Guerreros en la paz.
Uvas en el vino.
Arena en el desierto,
agua en el mar.
Soledad en compañía,
ah!, compañera soledad!

Los límites estan aquí, adentro. Empiezan en el "no puedo", en el "yo no sirvo -o ya no estoy- para eso".
Y qué si el camino es largo?
Cuándo entenderemos que lo importante no es la meta sino lo aprendido en el intento de alcanzarla?
No es la meta lo que importa.
No es Santiago, es el Camino!

A menudo hacemos el camino
dos veces cuando lo recorremos,
y ambas suceden a un mismo tiempo:
la una sobre los pies,
la otra sobre el pensamiento;
porque a cada paso dado,
evocamos el regreso.

lunes, 14 de julio de 2014

Si, llegado el momento en que lo necesitas, Dios no está contigo, de nada te servirán todos tus bienes materiales, por más riquezas que tengas; pero, si Dios está contigo, lo poco que tengas se multiplicará tanto, que cubrirás sin dificultad tus necesidades y aún te sobrará... Yo doy FE de ello!