Soledad y frío.
Entre sombras.
Nada que sentir.
Nada que decir.
Soledad de cuerpo y alma.
Sólo un navegar continuo
a la deriva, sin rumbo.
Un caminar por dar pasos
porque te empuja la vida
en un laberinto absurdo
sin entrada ni salida.
Hay una noche más cruel
-y más obscura, también-
que la noche física del tiempo:
la obscuridad de la mente
la noche del pensamiento (...)
(abril, 1997)
domingo, 29 de abril de 2012
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